Bienvenidos a Wrexham

Hay un fuerte olor a Ted Lasso en esta serie, y eso es bueno, aunque este drama deportivo sea real y no una ficción creada para la televisión. El encanto de Welcome to Wrexham (y, en realidad, de Lasso) radica en que el deporte es sólo un medio, y lo que realmente se emite es algo por lo que es muy fácil sentir simpatía, tanto si se es aficionado al deporte como si no: personas infravaloradas que trabajan codo con codo por un objetivo común. Es alegre y estimulante de ver, y McElhenney, en particular, le da una profundidad emocional adicional al describir las formas en que se relaciona con la oprimida Wrexham, Gales, en general, y el Wrexham Association Football Club.

"Wrexham me recuerda a Filadelfia", dice este famoso filadelfiano. "Es una ciudad de clase trabajadora, es una ciudad de cuello azul". Una ciudad así, dice McElhenney, ha tenido sus altibajos, y la gente que vive en ella no ha tenido las oportunidades que otros han disfrutado. Por su parte, los habitantes y los jugadores de Wrexham están encantados con la inyección de dinero y la ostentación que estos tipos de Hollywood aportan a una ciudad económicamente deprimida con un equipo de fútbol en el escalón más bajo del sistema de la liga inglesa (que la serie se encarga de explicar a los no iniciados). Reynolds y McElhenney son peces fuera del agua, pero también están decididos a hacer lo correcto por el pueblo y el equipo; verles luchar por conseguirlo es poco menos que encantador.