Godzilla Minus One

Esta película de gran aspecto, emocionante y sorprendentemente emotiva consigue su fuerza situando la acción en el Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial, aprovechando tanto la desgarradora desesperación como la nueva esperanza. La mayoría de las 36 películas de Godzilla realizadas antes del estreno de ésta eran un tanto cursis o, en el caso de las versiones estadounidenses, excesivamente rimbombantes. Pero Godzilla Minus One consigue encontrar un tono nuevo y atractivo. El director Takashi Yamazaki maneja la acción kaiju con habilidad y suavidad, y a veces resulta profundamente conmovedor; la destrucción de la ciudad por Godzilla con su explosión atómica es realmente impactante.

Los efectos visuales de la película son asombrosamente buenos (la primera aparición de Godzilla en una playa oscura, iluminado de repente por un foco, es de infarto), pero la atención se centra en los personajes. Es una distinción sencilla, dado que, históricamente, el principal objetivo de estas películas ha sido transmitir un mensaje ecológico. Pero al centrarse Godzilla Minus One en temas como la culpa y la cobardía, así como la amistad y la bondad, los espectadores pueden sentirse más implicados en la acción. Yamazaki maneja las cosas con una calidad de corazón abierto, pero nunca deja que nada se vuelva demasiado jabonoso o histérico. Incluso Sumiko (Sakura Ando), la vecina de Tokio que al principio ataca a Shikishima por sus fracasos, se convierte en un personaje más matizado. Este sentido de la compasión hace de Godzilla Minus One una de las mejores películas de la serie, a la altura del clásico original de 1954.