Orión y la oscuridad

La magia visual y narrativa de esta película ayuda a equilibrar una lectura potencialmente pesimista de una generación de niños ansiosos a los que, si Orión sirve de indicación, hay que enseñar a vivir. Escrita por Charlie Kaufman y basada en un libro de Emma Yarlett, Orión y la oscuridad deja claro su público objetivo en las primeras líneas de la película, cuando su protagonista, un niño de 11 años, dice: "Soy un niño, como tú". El mundo de Orión, que se muerde las uñas, se revela rápidamente a medida que sus miedos se visualizan de forma divertida en dibujos infantiles que saltan de las páginas de su cuaderno de dibujo. Estos arañazos se complementan después con elevados paisajes oníricos animados de entidades fantasmales que compiten entre sí esparciendo la luz y la oscuridad por todo el planeta, sobre variados paisajes, pueblos y ciudades.

La película cuenta con una narración del cineasta alemán Werner Herzog y con cambios narrativos y temporales al estilo de Kaufman, en los que la acción se intercala para que Orión cree la historia que estamos viendo para su hija, y de ahí hacia delante y hacia atrás. Un personaje que viaja en el tiempo con un armamento que atrapa monstruos parece totalmente fuera de lugar, hasta que se revela que es la imaginación de otra persona la que ha conjurado ese escenario. Se trata de un ingenioso truco narrativo que, sorprendentemente, no debería perder al público infantil por el camino. Como se queja Hypatia, la hija de Orión, a los adultos les encantan las historias sencillas. Esta película puede tener algunos mensajes relativamente sencillos, pero no es exactamente una historia simple. Y es mejor por eso.